Ramon Puig Cuyàs / "Suite of Dresden"

Ramon Puig Cuyàs / "Suite of Dresden"
Brooch, 2016. Nickel silver, alabaster, enamel, reconstructed blue stone.

martes, 22 de marzo de 2011

La joyería y el lenguaje de los materiales

Para empezar, me gustaría citar a Paul Valéry, en su obra “Eupalinos o el Arquitecto”, Sócrates explica a Fredo un hallazgo. “…caminaba yo por la orilla misma, seguía una playa sin fin…y no había cosa en derredor mío que no fuera sencilla y pura: el cielo, la arena y el agua”. Le cuenta como encontró un objeto en la frontera entre Neptuno y la Tierra, donde los restos de abandonos enigmáticos, algas y maderos “…y donde todas las cosas que la Fortuna entrega a las furias litorales, y al litigio sin fin entre la onda y la ribera, allí son llevadas y deportadas; puestas en alto, arrastradas por lo bajo: cobradas, perdidas, recobradas, según la hora y el día…”. Fredo pregunta a Sócrates, “De que tamaño era ese objeto?”, y le contesta “ Grande, poco más o menos, como mi puño”, “Y de qué materia?.- De igual materia que su forma: materia de dudas”. Después explica que continuó interrogándose si era un fragmento de osamenta de pez, o de un marfil tallado por un artesano, si trabajo de la naturaleza o de mano del hombre, si trabajo de los siglos o del tiempo inmediato de un artista. Finalmente lo tiro al mar, pero las preguntas quedaron en su espíritu. La joyería, toda la joyería, desde la antigüedad hasta nuestros días, es un fenómeno cultural que hunde sus raíces en el mundo de lo simbólico mas que en lo utilitario o funcional. Pero sería absolutamente imposible de entender el mundo de la joyería y del ornamento corporal sin el soporte de la materia. La joyería es un arte en el que la materia tiene una importancia capital, hablar de joyería, es hablar del lenguaje de los materiales. Todos sabemos que el ornamento corporal, la joya, es un objeto extra-ordinario, fuera de lo cotidiano, y por lo tanto el hombre siempre ha buscado materiales extraordinarios, exóticos, o con propiedades especiales para construir sus ornamentos. Características que hacen fácil que estos materiales se carguen de propiedades mágicas o simbólicas. La inmensa capacidad de inventar y de crear símbolos es la característica fundamental que distingue a los humanos del resto de las especies animales que conviven con nosotros. La joyería ha sido una de las primeras manifestaciones de esta capacidad del ser humano para crear símbolos. Por medio de los valores simbólicos de la joya y sus materiales, el hombre creó unos sistemas culturales para transmitir información sobre sus señas de identidad, filiación y estatus. Pero no debemos olvidar que la joya, el ornamento corporal, también era un código simbólico que le permitía representarse y comunicarse con el mundo invisible y trascendental. Era una forma de definir su identidad espiritual que le ayudaba a comprender, a penetrar e intentar controlar las fuerzas de su universo mágico, donde se mezclaban el pensamiento poético, místico y científico, o dicho de otra manera, la intuición, la fe y la razón. En oposición al collar hecho de huesos y dientes que definía la identidad del hombre de neandertal, el hombre contemporáneo tiene una página web y un portal en el ciberespacio. Si como dijo Yvette Taborin, el ornamento amplifica el cuerpo, hoy día no es el ornamento y sus materiales tradicionales sino la tecnología y la informática las que amplifican nuestro cuerpo y nuestra identidad hasta la disolución. En las ultimas décadas la joyería artística ha conquistado espacios dentro del mundo del arte contemporáneo, pero al mismo tiempo sigue manteniendo una relación con la tradición de un oficio que hace que el dialogo con los materiales siga siendo un hecho fundamental y característico de este medio. La gran transformación formal y conceptual de la joyería se produce en la segunda mitad del siglo XX, impulsado por los cambios de democratización social, y por las influencias del inconformismo y de la contracultura de algunos movimientos juveniles, como los Beatniks o los Hippies, que propugnaban la artesanía y el trabajo manual como una alternativa al modelo capitalista y consumista. Estas influencias se materializan de muchas maneras, pero una de las más evidentes es la substitución de los materiales convencionales por otros más “democráticos”. En lugar de usar materiales sofisticados, escasos y raros, y por lo tanto de gran valor, se utilizan materiales comunes sin valor intrínseco, como los plásticos, emblemáticos de la cultura Pop-art, el hierro, el papel, la madera y cualquier material que sirviera para expresar el rechazo a las convenciones y el deseo de instaurar una naturalidad sin constricciones. De transformar estos materiales en una metáfora de su tiempo. Y revalorizando al mismo tiempo el contacto con la materia, recuperando el placer de dejarse llevar por ese impulso humano y ancestral de transformar la materia con sus propias manos, de tocarla, de acariciarla. De esta manera la joya ya no es un símbolo de poder, sino mas bien una interrogación. La materia y no solo la forma, se convierte en un lugar de confrontación de las ideas. Igual que el científico interroga la materia como medio para conocer i desvelar el sentido y el orden del cosmos, el nuevo artista-artesano, interroga la materia para desvelar el sentido y encontrar el orden en su propio mundo poético. Creo que el joyero, el artista contemporáneo, sin perder el sentido identitario de su disciplina y del oficio se ha abierto a nuevos horizontes. Lejos de las formas estereotipadas y de las formas decorativas gratuitas, ahora trabaja con una materia que no es oro ni piedras preciosas, y me gustaría pensar que tampoco trabaja los plásticos o las resinas, sino que usa una materia que esta hecha de dudas y de deseos, de curiosidad y de incertidumbre, de reiteraciones y de innovaciones inesperadas. Una materia que le ha de servir para desvelar una forma única y precisa, donde el valor, la preciosidad, viene dado por el encaje preciso entre la forma, la técnica i la función simbólica y expresiva.

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